No me resisto a traer de nuevo a Ripoll en esta entrevista porque al releerla me surgen serias dudas sobre lo que ha cambiado o no en Córdoba y en qué sentido
En la Galería Manuela se presenta una deliciosa muestra de pintura naif a cargo de Mari Pepa Estrada y Carlos González Ripoll. De ambas pinturas hechas con ingenuidad, frescura y ese aire 'caricaturesco propio del naif, destacamos la del cordobés Carlos González Ripoll sobre el que hablamos de esa Córdoba pintoresca que recoge en sus cuadros y de la que ya queda tan poco, si es que queda algo.
—En esta muestra traigo con mucha ilusión una vez más Córdoba, por lo menos la Córdoba nostálgica que yo recuerdo, y no solo las casas y las calles de la ciudad que pueden ser bonitas y armónicas sino fundamentalmente los personajes de nuestra ciudad que vivieron aquellos días, y, que eran auténticas instituciones.
—¿Qué ha sido de aquellos personajes?
—A muchos el viento se los llevó. Entonces había el olor, el sabor y la música de Córdoba. Desde el carro de la carne, el pregonero, el carro de las tortas, el tío de las pifias con su «pifias y pifias con su rabito y la que no tenga rabito se le pone un clavito», etc., etc., se marcaba el ritmo de la ciudad.
—¿Era mejor vida que ésta de ahora?
—Mira, era una vida tranquila y sedante, quizás un poco pueblerina en la que todos nos conocíamos.
—¿De toda esa vida solo queda testimonio en tus cuadros?
—Sinceramente creo que sí, que no hay otros testimonios. Hubo una época, en tiempo de Ricardo Montis, cuando escribió «Notas Cordobesas» y en las que de 1910 a 1930 hizo una semblanza de los personajes de Córdoba muy interesantes; pero aparte de eso no conozco nada más.
CÓRDOBA ES INDESTRUCTIBLE
—¿Es absolutamente malo que todo eso se haya perdido?
—Bueno mira todo lo que sea civilización es bueno evidentemente, lo contrario sería estancarnos, pero esta vida nuestra de ahora tiene menos personalidad, es más masiva.
—¿Y la Córdoba monumental?
—Córdoba siempre será un monumento. Ahora está pasando una crisis de 15 ó 20 años en la que se ha venido abajo. La culpa no es sólo del Ayuntamiento sino de todos los cordobeses. Antes se blanqueaban las casas, hoy no lo hace nadie...
—¿Se puede salvar aún Córdoba?
—Córdoba es indestructible, indudablemente algunas cosas se han perdido, pero todo no se puede destruir. Lo contrario sería una pena.
—¿Reflejas todo esto en tus cuadros?
—En mis cuadros me preocupa el testimonio, me preocupa dejar recuerdo el algunos amigos y, técnicamente, me preocupa el color, el contraste de los colores. Por otra parte mi mensaje es decir a mucha gente que puede pintar, que la pintura es una actividad relajante y si me apuras una verdadera terapia.
—¿Te cuesta trabajo desprenderte de tus cuadros?
—Sí. Es como la madre que casa a su niña que aunque la case muy bien siempre se queda con el disgusto de haberse quedado sin ella.
—¿Qué te gustaría pintar de Córdoba antes que desaparezca?
—Mira hay muchas cosas que he querido pintar y se me ha adelantado la puñetera máquina. Me gustaría pintar ahora San Agustín con Ramón Medina y la romería de Santo Domingo.
E. OSUNA
Publicado en le edición cordobesa de El Correo de Andalucía el 31 de diciembre de 1978
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