jueves, 7 de octubre de 2010

Ángel López-Obrero

De las varias entrevistas que le hice a López-Obrero, ahora que hay una retrospectiva dedica a él, elijo ésta por descubrirnos quizás un aspecto menos conocido

López Obrero, trofeo «Monte de Piedad»

La artesanía del cuero está renaciendo

-Ha estado marginada en la pobreza de ambiente que ha hecho una sociedad poco interesada en el arte

Hemos tenido que posponer varias veces una entrevista con Ángel López Obrero, ese artista cordobés que, además de excelente pintura, tanto está haciendo en pro de los cueros cordobeses. Cueros cordobeses heredados y que sin embargo, no han alcanzado el desarrollo industrial y comercial que merecen, Ángel López Obrero sí se lo ha tomado en serio,  y como él mismo nos confirmó, ha embarcado en la empresa a toda su familia. El Monte de Piedad, en reconocimiento de esta labor artesana,  le ha concedido uno de sus galardones, y como hemos indicado al principio  uno de los motivos del retraso de esta entrevista, ha sido un accidente de  circulación que ha alterado la atareada vida de esta artista cordobés y del que ya se repone, afortunadamente, con toda rapidez.

PINTOR Y EMPRESARIO
— ¿Te defines más como pintor o como industrial del cuero?
—Yo soy pintor, fundamentalmente ésa es mi verdadera profesión de siempre.
— ¿Y ésa es tu actividad?
—Sí, ésa es mi actividad,  del taller de cueros es algo que yo monté con mi mujer y mis hijos.
— ¿Cuántas  veces  has  expuesto?
—Como pintor muchas veces, en Barcelona, Madrid, Córdoba, Valladolid y muchos sitios más, y con los cueros hice una exposición en Valladolid precisamente el año pasado; también en Madrid y Málaga.
— ¿Qué ha supuesto para ti este premio  conseguido?
—Ha tenido mi gran significado porque no suelen abundar los premios de tanta entidad que premien la artesanía, y es muy estimulante que existan, tanto por el estímulo que producen como por su significado económico, que también es importante.
—El premio no ha sido a una obra concreta, sino a la actividad de1 taller de cueros que familiarmente explotas, ¿podrías hablarnos de él?
—Es el típico taller clásico y familiar al que pertenecemos bastantes personas de la familia, unos con más intensidad de dedicación y otros con menos, y yo, qué superviso todo, compaginando esta actividad con mis otras ocupaciones de pintar y las clases de diseño publicitario en la Escuela de Artes y Oficios.
— ¿Qué producen?
—Nuestro, producción tiene un carácter industrial y abarca fundamentalmente artículos que sirven para decorar. También, algunos, de uso personal.
— ¿Con qué técnica?
—Todos en guadamecil, plateado, decorado, policromado, y con la técnica tradicional que siempre ha existido en Córdoba.
— ¿Es esto rentable?
—Tratamos de no hacer piezas únicas, sino más bien lo que tiene que ser la artesanía, un arte industrial, un equilibrio entre arte, cantidad y precios, que en definitiva es un producto que se puede vender y que puede salir de España.

APÁTICA CUNA
— ¿Mucha competencia en esta artesanía?
—Lamentablemente, no. Existe más bien una apatía productiva. Ni siquiera en Córdoba, cuna de esta industria, de donde salieron el nombre y tantas piezas tan buenas. Porque cueros, lo que se dice cueros, unos mejor, otros peor, unes mecanizados, otros totalmente impresos, se hacen en cualquier parte menos en Córdoba. Esto no quiere decir que los que salen de aquí no tengan una marcada fidelidad a procedimientos más honestos, aunque también en Madrid tenemos artistas que hace años vienen trabajando con una gran calidad artística. Ahora, talleres mejores o peores los tenemos en Madrid, en Valencia, en Cádiz y en cualquier parte, menos aquí.
— ¿Su clientela?
—Como tenemos junto al taller la tienda gracias a la cual hemos logrado sobrevivir, y en la que vendemos tanto nuestras producciones como las que traemos de otras provincias de España, nuestros clientes son, por tanto, de Córdoba, de España o extranjeros, japoneses, canadienses, norteamericanos, italianos, ingleses, etc.
— ¿Qué es lo que más le gusta producir?
—Realmente, no podemos plantear así las cosas. Hemos tardado muchos años de ensayos, de pérdidas, de producciones sin vender, de incluso fabricar piezas que después hemos vendido por debajo de su costo hasta sacar experiencia sobre lo que es más idóneo. En líneas generales, lo que más suele gustar es la técnica clásica de los cueros de Córdoba, es decir, el plateado y policromado.
— ¿Se  pierde  esta  artesanía?
—No hay mucha gente que se dedique a esto, pero no es artesanía que vaya a desaparecer. Es una artesanía que ha estado mucho tiempo marginada, debido quizás a la pobreza del ambiente que ha hecho una sociedad poco interesada por el arte. Durante ese tiempo, en otras partes, sí se ha fortalecido. Sin embargo, aunque sea algo paradójico, la artesanía del cuero está renaciendo, a pesar de su antigüedad.
— Recomenzando, ¿y  cómo?
—Preparando para ese mercado que se nos avecina y que no sabemos qué es lo que va a pedir. Ya va  habiendo demanda y hay que ser sensible a ella y saber adaptarse.

GRAN  PORVENIR
— ¿Cuál es el ambiente artístico del hombre cordobés?
—No muy interesado, para vamos que a decir otra cosa. Hay muchos artistas, y buenos, y muchas salas de arte. Pero quizá por falta  de potencialidad económica o desahogo, o de interés, no existe  demanda. Es un hombre que ya va a las exposiciones, pero el artista necesita vender, esto es evidente.
— ¿Más salas?
—No es cuestión de salas. Córdoba quizá sea una de las ciudades con más salas, aunque acaso no todas a pleno rendimiento. Ahí estimo que le falta garra comercial. En este sentido es muy interesa la experiencia de Studio.
— ¿Perspectivas?
—Yo le veo un gran porvenir a los cueros. Mi problema es quizá si estamos preparados   para el mercado que se nos avecina. Eso es lo que está por ver. Pero si no tuviera fe e ilusión, no estaría embarcado con  toda  mi  familia, aunque no quiere decir que sea fácil. Hay que renovarse. Lo mismo que ningún  militar   seguiría hoy al Gran Capitán con las antiguas técnicas militares, por muy buenas que fuese, hoy no se puede trabajar cuero con aquella mentalidad, no es el cliente el conde o el marqués, sino que es  el hombre medio que se va interesando por cuero artístico, y hay que saber llegar a él y darle lo que pide.
—Indudablemente,   sí, que hay saber.
E. O.

Publicado en la edición cordobesa de El Correo de Andalucía el 17 de noviembre de 1972