De alardes y promesas incumplidas
Podría pasarme la vida diciendo que todo es hermoso, porque aquí —creo haberlo dicho antes— las verdades escuecen tanto como el alcohol en la herida fresca. Pero, no; no lo hago porque no sería lícito ni justo. Además, para ese menester ya contamos con grandes especialistas, que diariamente nos quieren convencer de que efectivamente, todo es hermoso. Se empeñan y luchan para que todos miremos por su cristal de color de rosa y si miras verás un letrero grande y sonrosado donde se lee: "No pasa nada, todo va bien". Pero ya me estoy saliendo de madre, cuando en realidad lo único que pretendo es poner sobre el tapete un problema que desde años —no sé cuántos— venimos soportando con ejemplar resignación un buen número de cordobeses. Y el problema hubiera podido seguir ahí agazapadito sin que nadie le echara cuenta sino es porque en mis vacaciones me tropecé con la siguiente noticia: "La Telefónica tiene en estudio, la implantación en un futuro próximo de teléfonos en los automóviles. Asimismo, se halla en estudio la instalación de teléfonos en los trenes y de un microsupletorio adosado a los aparatos telefónicos que permitirá tener las manos libres mientras se hable por teléfono". Hasta aquí la noticia publicada a bombo y platillo en toda la prensa nacional. Me parece bien que la Telefónica lleve sus progresos a la práctica en bien de sus abonados, lo que no me parece tan bien es que acometa nuevas empresas sin dar solución a los problemas que tiene planteados y que desde Dios sabe cuándo, aguardan una solución.
Hace más de un año, todos los abonados de la central telefónica^ de Villa Azul fueron informados de que para este 71 se verían liberados de las múltiples molestias que ocasiona el depender de una centralita como la existente. Una centralita de postguerra, para una emergencia o poco más, pero no para lo que se está utilizando. Se habló de un nuevo edificio donde iría la nueva central automática y en ese júbilo, todos los abonados de la sierra hasta vieron con gusto la nueva tarifa implantada por la Telefónica. El tiempo pasa, se crean urbanizaciones y a la hora de solicitar un teléfono, teléfono que es imprescindible al estar la zona distante de la capital, el no es rotundo y sin esperanza. ¿Hasta cuándo? La pregunta queda en el aire. Se me ocurre indagar y mi gozo al pozo, porque de la nueva y prometida nueva central automática para los abonados de la sierra, no hay nada de nada. Ni siquiera los cimientos. Los afortunados que en su día pudieron lograr que en su casa le fuera instalado un teléfono lo miman y cuidan como un tesoro. De un tesoro que por otro lado da más berrinches que satisfacciones, pero algo es algo. Es curioso, pero ocurre que si usted quiere llamar a la capital, no podrá hacerlo cuando lo necesite o apetezca, tendrá siempre que ser cuando haya línea y no siempre hay. Milagro será también que una vez entablada comunicación ésta no se corte y en cuanto a las conferencias, mejor es no decir nada. Los reproches, las voces, los malos modos van siempre a parar a los sufridos oídos de las señoritas que atienden dicha central cuando en realidad ellas no hacen otra cosa que cumplir con su misión de la mejor manera. Ellas no tienen la culpa de tener que manejar una central tan desfasada. Yo la he visitado y quedé -sorprendida del milagro que allí se hace con un artefacto así, digno de figurar en el museo de antigüedades de la Compañía Telefónica Nacional de España. Pero la vida sigue y mientras nos aguantemos con lo que nos dan... Sí, me ha molestado esa noticia de la Telefónica en la que más arriba hago referencia y me ha molestado porque no es justo ni sensato ir por ahí haciendo alardes, cuando se tienen en el saco promesas incumplidas.
¡Ya está bien, señores de la Telefónica! Menos novedades y a poner al día algo tan necesario como la central de Villa Azul. Son miles las personas que se sienten perjudicadas y que piden con todo derecho una solución urgente, definitiva y eficaz.
Si se me recibe, prometo un diálogo con el director de la Compañía Telefónica en Córdoba. Él mejor que nadie sabrá el por qué de la promesa no cumplida a los abonados de la sierra. Habrá que preguntar para saber, qué ya va siendo hora de una respuesta.
MARÍA JOSÉ CÓRDOBA
Publicado en la edición cordobesa del El Correo de Andalucía el 14 de octubre de 1972
Dibujo tomado de