Pues la verdad es que esta estudio sobre el estado de las carreteras cordobesas en 1974 no dejaba de ser valiente para la época, pero era casi lo único que nos dejaban hacer
A PESAR DE LOS 130 MILLONES
1.600 kilómetros de carreteras provinciales, sin asfaltar
Con los créditos concedidos sólo se repararán 200 nuevos kilómetros
Nuestro índice de carreteras, de los mayores del país; nuestro índice de asfaltado, de los más bajos
Durante bastante tiempo, los medios informativos locales, en la medida que sus compromi- sos y lealtades le permitían, han ido censurando el lamentable estado de carreteras que sufre tradicionalmente nuestra provincia.
Hablar de carreteras es, como siempre, hablar de. competencias, jurisdicciones, ámbitos y demás zarandajas burocráticas, pero lo cierto es que conviene distinguir entre carreteras estatales y carreteras provinciales, cuyas dependencias son el Ministerio de Obras Públicas y la Diputación Provincial, respectivamente.
Las primeras agrupan en nuestra provincial la nacional IV, Madrid-Cádiz, cuyo tramo posiblemente, haya sido el último de Andalucía en ser reparado. Tras muchas peticiones se le ha dado un arreglo excelente, aunque quizá insuficiente para la densidad de tráfico que soporta y con algunas variantes sin hacer aún: Pedro Abad, Córdoba, La Carlota; y otras, deterioradas, apenas construidas, como la de Alcolea.
Dentro de las estatales, contabilizamos también la N-432 que nos enlaza con Granada, y cuyo estado es lamentable, con un trazado peligroso y un piso malo. La N-331 nos enlaza desde la Nacional IV con Málaga, y su trazado hasta Antequera ,puede calificarse también de pésimo, tanto por piso como por trazado y conservación. La misma N-432 intenta enlazarnos con Extremadura, con un trazado peligroso y un estado de conservación mediocre. Como se ve, el panorama es negro, y mucho más que hablar de proyectos que andan por ahí danzando en la incertidumbre, habría que hablar muy negativamente de la labor desarrollada hasta ahora.
130 MILLONES
La red provincial es otra cosa: de sus 2.300 kilómetros de trazado —uno de los más altos del país—, sólo están asfaltados apenas 700; es decir, alrededor de un treinta por ciento. Mientras, la media nacional está en un 44 por ciento. Y como muchos de nuestros lectores habrán comprobado, que estén asfaltados no quiere decir que estén bien asfaltados. Incluso por exigencias del presupuesto —que todo hay que decirlo— en la mayoría de las ocasiones el arreglo ha consistido simplemente en regar asfálticamente el camino existente, respetando todas sus curvas, muchas de ellas existiendo simplemente para bordear. un olivo.
No se sabe qué parte de la provincia está más necesitada, si la campiña o la sierra. El plan de las campiñas alivió algo el problema, pero la cantinela que Solano, en su radiografía provincial, recoge semana a semana de boca de los alcaldes, es siempre la misma: escuelas, puestos de trabajo y carreteras.
Algo más de 131 millones de pesetas va a destinar la Diputación para remendar la red viaria provincial en el presente ejercicio. De ellos, 120 proceden de un crédito que el Banco de Crédito Local ha concedido a la Mancomunidad de Diputaciones de régimen común, por valor de más de mil millones de pesetas, para intentar que lleguemos, por lo menos —generosidad del centralismo—, a un treinta y cinco por ciento de caminos asfaltados. Es decir, que suponiendo que se cumpla la finalidad básica del crédito, difícil por otra parte, dado el mal estado actual de muchos caminos ya asfaltados, pero sin presupuesto de conservación, aún seguiríamos con un 65 por ciento, es decir, cerca de mil quinientos kilómetros, sin asfaltar. Si se tiene presente, además, que la millonada se piensa gastar en unos 200 kilómetros más, el problema sigue vivo.
DECISIÓN «DEMOCRÁTICA»
La zona norte, beneficiada por 5.000 millones de pesetas del IRYDA, parece que, lógicamente, va a ser marginada de esta inversión, por lo que la zona de la campiña, tan extensa, tan infernal cuando llueve, tan olivarera, va a ser la preferida.
Con todos mis respetos hacia los técnicos, pienso que tal inversión debería ser de información pública, no al modo de fracciones anunciadas en el «Boletín de la Provincia», sino globalmente. La razón es bien sencilla: si los técnicos no estuvieran silenciados por la lógica fidelidad a la Corporación a la que sirven, podrían hablar de infinidad de cambios en sus proyectos motivados por presiones de comisiones de fuerzas vivas, telefonazos oficiosos de algún personaje al que los pueblos acuden en busca de ayuda, etc. Y esto no es serio. El plan, hay que hacerlo en base a una serie de necesidades reales y. objetivas, y, una vez aprobado, ser inamovible.
Y líbreme Dios de hacerme eco de las habladurías que se encuentra uno por esos pueblos sobre las auténticas razones de tal camino arreglado, de lo cerca que pasa de aquella fincorra de aquel señorón, etcétera. La ley no admite —supongo que afortunadamente— acusaciones sin pruebas tangibles. Por mucho que a uno le haga dudar el convencimiento del pueblo llano.
E. O.
Publicado en la edición cordobesa de El Correo de Andalucía el 25 de septiembre de 1974
Foto propia: la´mítica Cuesta del Espino y el cruce con la carretera a Málaga