jueves, 28 de agosto de 2014

La Beppo: fascinante y fascinadora

Entre los muchos personajes de la época, la Beppo brilla con  luz propia. Me fascinaba entonces tanto como ahora, al paso del tiempo, sus detalles sobre Córdoba

«VINE A ESPAÑA PARA TRES SEMANAS, Y LLEVO 40 AÑOS»
Mis pasiones, aparte de la pintura, son los olivos y el flamenco
• Los olivos de Cataluña son como hermosos efebos tuberculosos
• En Córdoba siempre visito la misma media docena de sitios

 

Beppo Abdul Wahar ha venido a Córdoba una vez más. Pero en esta ocasión ha colgado en las paredes de la Studio 52 sus acuarelas —de «trazo firme y fina sensibilidad» y algún que otro dibujo. Su traje de pana negra, su pamela a juego y un picarón pañuelo-bufanda verde al cuello, unidos a su indefinible edad, prometen una charla interesante e inesperada, como la que sigue:

—Beppo ¿cuánto tiempo llevas en España?
—Casi cuarenta años, desde que empezó el Movimiento. Yo venía de París a estar tres semanas, pero Madrid me parecía muy triste y me vine para Sevilla.


—¿Por qué Sevilla?
—La conocía de tiempos de la República, el 32 o así, en que vine con mi marido.

PINTORA DE LOS INMENSOS OLIVARES

—¿Por qué te han dicho por ahí pintora de los inmensos olivares?
—Porque me gustan los olivos, no tengo ninguno pero me gustan, soy una ardiente defensora del aceite de oliva. He ido a buscarlos, incluso, a Cataluña, los últimos del país, que son como efebos hermosos pero tuberculosos.

—¿Pero te gusta más Andalucía entonces?
—Sí, he venido innumerables veces, miles quitas. Me gustan, sobre todo, Córdoba y Jaén. Más Córdoba, que tiene buen vino; a Jaén lo traen de La Mancha.

—¿Pasiones tenemos?
—Muchas, además de la pintura y los olivos, el arte flamenco.

(Con su inglés españolizado o viceversa, que no está muy claro, con su vitalidad que no la deja parada ni un instante, le advierte a Pepe Jiménez que viene a hacer unas fotos, que no le saque el perfil, que es muy coqueta. Mujer, a fin de cuentas, que se pone su brazo en jarra, adelanta su pierna izquierda y da una vamp chupada al cigarro).

INGLATERRA MUY AL FONDO

—¿Te sientes inglesa o española?
—Mis contactos con Inglaterra son puramente literarios. Me alegro de serlo por poder leer la literatura inglesa en lengua materna. Pero uno es de donde vive. ¿No te parece, niño?

—Búscale un poeta español a tus cuadros.
—Conozco muy pocos, creo que el universal Machado. Al resto, a los contemporáneos no los conozco. Hay otro, Hernández, al que no le perdono que hablara de los olivareros altivos, creo que ha hecho mucho daño.

(Aclaro que uno, hablando con la Beppo, no sabe si va en serio o en broma. Le obliga a uno a transcribir y apuntar sus gestos constantes, sus miradas pidiéndote el sí, y el que te suelte cada dos por tres que haces preguntas muy aburridas).

INTELECTUAL, SENSIBLE Y ROTUNDA
—Beppo hablemos de técnica.
—Yo no pienso en la técnica, llevo años dibujando y eso te da el modo.

--¿Memoria o natural?
—Yo no pinto nada de memoria, necesito un punto de partida.

—¿De un tirón o de varios?
—Pero hijo, qué aburrido eres preguntando. (Se ríe). Busco paisajes puros, donde nadie me fastidie, y tarde tres o cuatro sesiones.Pienso mucho las cosas. Todo lo que pongo es muy pensado; por eso, dicen de mi pintura que es intelectual

—¿Mucho tiempo?
—Ya estás con lo de la edad. Pues desde los diecisiete años en que hice Bellas Artes en Inglaterra.

—Pero es que no sé la edad que tienes.
—Los españoles sois obsesos de la edad. Llegas a un pueblo a pintar y eso es lo primero que te preguntan, y me hacen trucos para ver si me la sacan. Pero yo no sé la edad que tengo.

—Mujer al fin y al cabo. Y ¿qué buscas en esos sitios alejados de la urbe?
—Busco un paisaje que me inspire. En Córdoba, por ejemplo, me gusta Montoro, con sus tonos rojizos.

—Vives de la pintura claro.
—Sí, pero vivo al día, como se ha vivido siempre en artista. No como ahora, que todos buscan seguridades. Unas temporadas mejor y otras, peor.

CORDOBA MUY PRESENTE

—Dicen por aquí que conoces Córdoba mejor que muchos de la tierra.
—Sólo conozco Córdoba de día; de noche, nada, porque siempre me voy á dormir fuera. No tengo coche y tengo que estar a quien me lleve. Córdoba la conozco sólo en seis o siete sitios que son los mismos a los que siempre vengo, sin salir de ellos.

-Háblanos de esos seis o siete sitios.
—Bueno, la plaza de la Corredera, aunque, desde que han quitado la tahona que tenía, me gusta menos. Allí, en la Taberna del Gallo, me siento horas enteras a ver pasar la gente.

—Más sitios.
—La calle San Fernando, la Cardenal González, donde veo un momento a las niñas de allí. Y, por supuesto, no paso sin tomar dos o tres chatos en El Tablón. Ah, y mi gran refugio en la Judería, que es casa Pepe.

—En todos estos años ¿qué ha cambiado?
—Han quitado el Ayuntamiento, que era muy bonito, y los bares cierran muy temprano. 

—¿Nada más?
—Las tabernas han perdido encanto con el plástico. Le han quitado las aneas que tanto sabor le daban.

(Y con su acento a uno se le pasa el tiempo oyendo hablar a esta inglesa, o española, o lo que sea, de Córdoba, de vino blanco, o de flamenco. Total que de pintura casi nada; y de diplomacia, mucho, porque lo de la limpieza y el urbanismo nos lo dio off the record, como se dice ahora. Bien por la Beppo. Y su pintura, tan sensible, tan rotunda, tan intelectual, tan limpia y llena de paisajes descontaminados, donde nadie te fastidia. Que así se los busca en esta tierra de María Santísima).
E.

Publicado en la edición cordobesa de El Correo de Andalucía el 6 de marzo de 1977
Fotografías de Pepe Jiménez