Aquella iglesia católica, tenía una parte progre que no paraba de buscar posiciones más comprometidas.
A cada santo, su tiempo
Reunión del clero diocesano en Montilla
En Montilla se ha celebrado la reunión, que como todos los años, se suele organizar para conmemorar la festividad del Beato Juan de Avila, patrono de los sacerdote, españoles, y cuyos restos reposan en : la capilla de los padres jesuítas,
A este acto han asistido unos doscientos sacerdotes cordobeses cuyo número corresponde a más de la mitad del clero diocesano. Si teñemos en cuenta que por ser día de trabajo, muchos tenían clases y sus ocupaciones particulares, vemos cómo han asistido todos los que han podido Esto nos denota el interés de los sacerdotes por reunirse.
Y en realidad, en unos tiempos tan agitados que vivimos y en los que el sacerdote no puede esquivar su misión de ser orientador y santificador en los problemas de hoy, y para los hombres actuales, es lo que damos importancia a este acto, que en sí puede tener un gran interés,
El acto ha terminado con unas palabras del prelado de Córdoba monseñor Fernández Conde exhortando a la unión, y a la diligencia en el .trabajo a ejemplo del maestro Avila.
Anteriormente, el señor obispo de Sigüenza, monseñor don Laureano Castán Lacuoma ha tenido una conferencia en la que ha querido demostrar que la doctrina del maestro Avila está en la «Gaudium et spes» del Concilio Vaticano II y que Juan de Avila puede ser modelo de sacerdote para nuestros días.
Nosotros, humildemente, pero con toda honradez nos permitimos discrepar de este criterio y preferimos hacer la pregunta de la siguiente manera: si Juan de Avila hubiera vivido en los tiempos actuales, ¿cómo se hubiera comportado? No basta desempolvar a un santo de hace cuatro siglos, sino que es necesario resucitarlo en nuestros días. Es decir, no ponerlo ahora con la figura de entonces; sino pensar que si su valentía y entrega le llevó en aquellos tiempos a ser encarcelado, a parecer como innovador, a adelantarse y hasta a contradecir normas de la jurisdicción eclesiástica, por ejemplo, con respecto a los matrimonios por sorpresa, hoy, año de 1969, en que los temas que preocupan al hombre es. el de la muerte de Dios, su desaparición del mundo, la dichosa pildora, el trabajo de los sacerdotes, las relaciones Iglesia-Estado, ideas socialistas, comunistas, revolucionarias, pacifistas, tradicionalistas... ¿Hoy Juan de Avila, cómo sería? ¿Lo sabe usted?
Ángel TAGARA
Publicado en la edición cordobesa de El Sol de España el día 24 de mayo de 1969
domingo, 28 de junio de 2009
La casa de Manolete
La especulación urbanística ha existido siempre. Curioso ejemplo este de lucha contra ella en un edificio singular
Se vende la casa de "Manolete"
SU SOLAR SE EMPLEARÁ PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PISOS
En el cordobés barrio de Santa Marina y en su recoleta plaza de la Lagunilla, a la altura del número 10, se alza la casa donde por espacio de 22 años vivió el inolvidable Manolete.
Esta casa era de don Juan Molina, famoso torero cordobés sobrino de Lagartijo el Grande que murió a la edad de 28 años y que fue primer marido de doña Angustias Sánchez, madre de Manuel Rodríguez Sánchez Manolete.
Doña Angustias que había tenido de su primer matrimonio dos hijas, Dolores y Angustias, casó en segundas nupcias con Manolete padre. Este era un período curioso en el que los barrios mantenían una dura autonomía social que hacía imposible las relaciones entre uno y otro y mucho menos las bodas. Por eso no es de extrañar que viviendo en un barrio torero por excelencia fuera otro matador el que llegara a compartir la vida de la madre del desaparecido diestro.
Como se sabe, Manolete nació en la calle Torres Cabrera, donde una lápida señala la casa exacta, pero a la edad de 7 años pasó a la plaza de la Lagunilla, allí se hizo torero, fraguó su figura y conoció las glorias del triunfo hasta cuatro años antes de su muerte en que pasa a su casa de la Avda. de Cervantes.
Mientras, en la casa de Santa Marina, vive él con toda su familia, madre, hermanas, y hasta incluso sobrinos —de su hermana Dolores nació Rafael Lagartijo— hasta hace unos 10 años en que abandonaron la casa.
Desde entonces la casa ha permanecido vacía y siendo vieja no es de extrañar que se haya ido arruinando paulatinamente, Los vecinos del barrio —cordobeses de pura cepa— intentaron por todos los medios conservar esta reliquia de la historia del toreo, y promovieron campañas, cartas al Ayuntamiento, a las emisoras locales etc. con la intención de que allí mismo se hiciera una especie de museo de Manolete. La plaza, el lugar e incluso la casa, convenientemente restaurada, hubieran formado una unidad histórica y turística de un valor inapreciable en el conjunto de Córdoba.
Sin ánimo de acusar a nadie, creo sinceramente, que Manolete, el genio cordobés de la torería, merecía este, postrer recuerdo que perpetuaría y ampliaría, su fama y resonancia artística.
Eladio OSUNA
Publicado en la edición cordobesa de El Sol de España el 9 de abril de 1969
Se vende la casa de "Manolete"
SU SOLAR SE EMPLEARÁ PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PISOS
En el cordobés barrio de Santa Marina y en su recoleta plaza de la Lagunilla, a la altura del número 10, se alza la casa donde por espacio de 22 años vivió el inolvidable Manolete.
Esta casa era de don Juan Molina, famoso torero cordobés sobrino de Lagartijo el Grande que murió a la edad de 28 años y que fue primer marido de doña Angustias Sánchez, madre de Manuel Rodríguez Sánchez Manolete.
Doña Angustias que había tenido de su primer matrimonio dos hijas, Dolores y Angustias, casó en segundas nupcias con Manolete padre. Este era un período curioso en el que los barrios mantenían una dura autonomía social que hacía imposible las relaciones entre uno y otro y mucho menos las bodas. Por eso no es de extrañar que viviendo en un barrio torero por excelencia fuera otro matador el que llegara a compartir la vida de la madre del desaparecido diestro.
Como se sabe, Manolete nació en la calle Torres Cabrera, donde una lápida señala la casa exacta, pero a la edad de 7 años pasó a la plaza de la Lagunilla, allí se hizo torero, fraguó su figura y conoció las glorias del triunfo hasta cuatro años antes de su muerte en que pasa a su casa de la Avda. de Cervantes.
Mientras, en la casa de Santa Marina, vive él con toda su familia, madre, hermanas, y hasta incluso sobrinos —de su hermana Dolores nació Rafael Lagartijo— hasta hace unos 10 años en que abandonaron la casa.
Desde entonces la casa ha permanecido vacía y siendo vieja no es de extrañar que se haya ido arruinando paulatinamente, Los vecinos del barrio —cordobeses de pura cepa— intentaron por todos los medios conservar esta reliquia de la historia del toreo, y promovieron campañas, cartas al Ayuntamiento, a las emisoras locales etc. con la intención de que allí mismo se hiciera una especie de museo de Manolete. La plaza, el lugar e incluso la casa, convenientemente restaurada, hubieran formado una unidad histórica y turística de un valor inapreciable en el conjunto de Córdoba.
Sin ánimo de acusar a nadie, creo sinceramente, que Manolete, el genio cordobés de la torería, merecía este, postrer recuerdo que perpetuaría y ampliaría, su fama y resonancia artística.
Eladio OSUNA
Publicado en la edición cordobesa de El Sol de España el 9 de abril de 1969
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