domingo, 13 de octubre de 2013

La última a Juan Bernier


Con Juan Bernier tomaba muchas tarde café en el Bar Siroco, a caballo entre la politertulia de Studio 52 y las idas y venidas de Pepe Jiménez. Cuando le dije que me habían pedido una entrevista para Diario 16 me vino a decir lo mismo que Pedro Bueno: "Pon lo que tú quieras". Me costó ponerme serio el que una tarde me recibiera en su casa de Ciudad Jardín, me dejara poner el casete, y a la sombra de su biblioteca y bajo el humo de sus constantes cigarrillos, se dejara entrevistar en serio. Después en casa, hice una ficha con cada una de sus respuestas y estuve una mañana entera de domingo seleccionando, ordenando, recortando... entonces aún no había ordenadores y el corta y pega actual,  todo era a mano..

Juan Bernier, director de la reeditada revista poética «Cántico»

 
«Fuimos el eslabón entre la poesía actual y la generación del 27»
 

A los setenta años, Juan Bernier trabaja la arqueología andaluza y publica libros, el último de los cuales «Tiempo de andar» «una consecuencia poética de mis muchas lecturas de física y filosofía» ha sido presentado en Córdoba. Pero Juan Bernier es sobre todo un miembro de «Cántico», uno de los directores de aquel único soplo fresco en la literatura española de posguerra, presente ahora a través de tantas tesis doctorales como se están haciendo sobre el grupo, al que califican como el eslabón entre la generación del 27 y la poesía actual.

Córdoba:

Texto: Eladio OSUNA Foto: DE LA FUENTE

 
Junto con Ricardo Molina y Pablo García Baena, Juan Bernier fundó la revista «Cántico» y la dirigió en su última etapa. Los tres «solteros» de «Cántico» que permanecen así «por una serie de contenidos y diferencias que existen no sólo en nosotros, sino en otros muchos poetas de la literatura universal». Quizá este dato puramente anecdótico en el quehacer literario tenga una dimensión estética o ascética. «Podríamos decir que éramos superdepurados y el matrimonio y la vida de costumbres chocaba contra nuestro espíritu libertario».

Modestamente valora a «Cántico» como «el volver después de una batalla a las tareas de paz» de unos hombres que estaban en el frente. «Yo también estaba así como otros que éramos lectores de la generación del 27 y de la gran literatura española, así como de otras literaturas como la francesa, inglesa, griega y latina.»

Recuerda que en la guerra «Ricardo y yo nos enviábamos cartas literarias sobre poemas griegos o latinos que habíamos conocido». Fue a la vuelta del frente y al estar estudiando latín con vista a los exámenes en la Facultad «cuando manteníamos largas conversaciones sobre García Lorca, Cernuda y el 27. Entonces no quedaba nada y como teníamos vocación periodística hicimos "Cántico"».

«Cántico» ha permanecido en el ostracismo andaluz hasta la llegada de la fiebre de las tesis doctorales sobre el grupo. «A mí me traen loco. Ahora mismo se está haciendo la edición fascímil de "Cántico" y yo les estoy ayudando precisamente con una tesis editada en La Sorbona que nos va a servir para hacer los Índices.»

De 1948 al 1949 y de 1954 al 1957 fueron los dos periodos de «Cántico» que «tuvo una época en que no lo conocía nadie porque porque durante bastante tiempo lo que sucedía en Madrid era lo que sucedía en España. A los que nos quedábamos en provincias nadie nos hacia caso y en cambio muchas medianías que se fueron a Madrid tuvieron más nombre, aunque ahora estén por debajo. Pero sí, fuimos estimados desde el principio por las grandes figuras: por aquí pasó Vicente Aleixandre -cosa que no consiguió nadie en su casa-, Entrambasaguas,  Dámaso Alonso, Gerardo Diego.»

Influencias
   
«Nosotros hemos tenido gran influencia de la literatura griega y latina, que son esencialmente mediterráneas, y, después, "Cántico" ha tenido gran influencia en la poesía posterior, por ejemplo en los novísimos.» Dentro del grupo «cada uno tenemos una serie de variantes que le dan valor. Mi poesía, por ejemplo, abarca muchos más temas que los puramente líricos abarca, incluso. poesía filosófica y social».
   
Con frecuencia se ha acusado a Bernier de abarcar demasiados campos, y él mismo dice que es «un hombre muy adaptable: me ha gustado la enseñanza y he cumplido bien con ella treinta y seis años de mi vida. El hobby mío, desde los trece o catorce años, es la arqueología y la historia. Empecé a estudiar Filosofía y Letras, pero, después, hice Derecho, que estuve ejerciendo diez años, hasta que me cansé. Como podía vivir con mi sueldo de profesor me dediqué a la arqueología hasta hoy mismo, que he salido a ver el paisaje de Bujalance. Entonces no se podía salir fácilmente, por aquello de los maquis».


  • «Por ella pasaron Aleixandre, Dámaso Alonso, Gerardo Diego y Entrambasaguas.»
  • «"Cántico" ha tenido luego gran influencia en los novísimos poetas españoles.»
  • «Las tesis doctorales están poniendo de moda la revista que, hasta ahora, permanecía en el ostracismo.»

 Esta vitalidad existencial de Juan Bernier es toda una filosofía de vida. «Hay que conocer a la gente, y un individuo que no haya estado en las casas de putas, en los cabarés, en la miseria, que no haya pasado hambre, que no se haya emborrachado en las tabernas, que no haya tenido amigos y enemigos no puede tener un conocimiento de sí mismo ni de los demás.»

«No ha habido nada ajeno a mí, ni las mujeres ni los hombres, y he conocido gente de todos los niveles. Me ha pasado con los hombres como con la arqueología, que no la he estudiado en los libros, sino en el campo; por eso no hay libro de historia o arqueología actual en España que no se me cite a mí o a alguno de mis colaboradores.»
Esta vitalidad de Juan Bernier se manifiesta, lógicamente, en una biblioteca variada y rica que incluye filosofía, arte, física, religión. «He leído mucha pornografía de los siglos XVIII y posterior, con una gracia enorme de franceses y de ingleses, pero la pornografía actual es algo de multinacionales suecas y españolas y es horrorosa en el sentido estético, porque carece de calidad. La pornografía antigua era una auténtica obra de arte y por eso, no en vano, la mejor biblioteca pornográfica está en el Vaticano y la segunda, en el Museo Británico».

Preocupaciones

El último libro de Juan Bernier «es la preocupación filosófica sobre el para qué estamos aquí, de dónde venimos, cuál es el conocimiento de nosotros mismos y toda esa preocupación tan vieja». No quiere atarse Bernier, porque «he ido conquistando una independencia política y cultural. He visto en la historia que las teorías no son duraderas y, por tanto, no producen fe. El intelectual no puede tener esa fe, porque significa entregarse a una sola creencia y no cultivar la duda. La duda es un instrumento de saber y sólo están seguros los ignorantes. El sabio vive gracias a las preguntas que no tienen respuestas».

Ni siquiera se quiere mojar en el andalucismo de ahora, porque «el gran defecto del andalucismo es que, debido a muchos ignorantes, deriva hacia un populismo y un folklorismo absurdos. Si queremos corregir nuestro atraso con castañuelas y feria de Sevilla, estamos apañados. El camino es la investigación, la publicación de libros, la labor cultural amplia y profunda. Se habla mucho de folklorismo en Andalucía y aquí hay menos folklorismo que en Galicia o el País Vasco, lo que ocurre es que allí se ha hecho una bella arte, se ha depurado, mientras que aquí es monótono y localista con un mucho de sevillanismo».

Estos años han transcurrido para él entre la poesía, la investigación histórica y arqueológica -ahí está su ingente labor en el Catálogo Monumental de Córdoba - , y su tertulia diaria en la puerta de la galería Studio 52, donde ve pasar a políticos, intelectuales y jóvenes: «El mundo político es una espuma que surge de otro mundo, que es la concepción histórica. A la política actual le pasa lo mismo que a la juventud actual, que a fuerza de meterse en tendencias y en opiniones formadas, resulta que es desbordada por la realidad y nunca llega a la consecución de los fines de la política o de los partidos, y por tanto hay una decepción o un pasotismo. A mí me extraña que todavía vote tanta gente.»

Publicado en la edición andaluza de Diario 16 el 26 de junio de 1982