miércoles, 15 de septiembre de 2010

La leche escolar de Colecor

Un maestro recién llegado a la escuela pública, lleno de idealismo, osó públicar este comentario, que más de una amenaza le produjo

SIN PERDER EL COMPÁS 
DIGNIFICARLA

Lo mismo que existe una medicina preventiva, hay un periodismo preventivo. Por eso, este comentario se va a ir por las ramas, conscientemente, esperando de la parte interesada a quien va destinada, que tenga la piel lo suficientemente fina para captar el aviso que encierra, y ponga remedio al problema que medio se anuncia.
Y quedamos pendientes de un segundo comentario más concreto y contundente.

ERASE  UNA VEZ
Érase una vez una lejana ciudad de un lejano país de un lejano planeta. Pero en ese lejano país había niños y escuelas,
Hermosas vacas producían una leche purísima y blanca, hecha de ricos pastos, y de abundantes piensos, cuando la cosa no iba bien (meteorológicamente).
Las escuelas de aquel país, en aquella ciudad, eran escuelas corrientes, con niños corrientes que estudiaban y jugaban sin poner una barrera muy definida que digamos, entre estas dos actividades.
Una hora muy preciada de eses niños era cuando llegaba la hora de saborear la rica leche de las hermosas vacas de la zona. En ordenadas filas iban recibiendo lindos botellines de mano de sus complacientes profesores.
Había gran algarabía y júbilo ante el purísimo líquido. Y algunos niños llevaban de sus casas algún que otro aditamento para hacer más intenso su placer: azúcar, chocolate en polvo, etc.
En fin, una bucólica estampa que paliaba en parte una nada bucólica subalimentación.
Un buen día, un profesor rompió el encanto: les dijo que olieran la leche antes de tomarla, porque a veces las botellas se rompían por la boca dejando entrar aire, corrompiéndola. Otras, se rompían al abrirla, cayendo a su interior minúsculos y cristalinos fragmentos de botella.
Un buen día, ese buen profesor soltó un gran taco. Y desde entonces muchos niños sentían náuseas. No por el taco, sino por el olor. Y muchas botellas eran vaciadas en los servicios.
Y  es que hay profesores para todo.

Eladio   OSUNA.

Publicado en la edición cordobesa de El Correo de Andalucía el 17 de febrero de 1973
Foto tomada de Internet

4 comentarios:

Paco Muñoz dijo...

Me he quedado con las ganas de saber que pasó Eladio. La denuncia está clara pero ¿en qué quedó?

Un abrazo.

Eladio Osuna dijo...

Bueno paco, gracias por tu atención. Aquel colegio estaba en el Parque Cruz Conde, era del plan de urgencia, y a pesar de no funcionar el comedor por un problemas con el suministro de gas, -no llegaba la manguera del suministro- sí llegaban los botellines de leche, por lo que la dirección optó por distribuirla al alumnado.
Después del artículo desde la Central Lechera llegó un escrito tipo chachi piruli, es decir lo bien que lo hacemos, el amor a los niños, la calidad de la leche y la madre que los parió, -que lógiucamemnte hubo que publicar bajo amenaza de demanda-
En aquel tiempo no prolifelaban ni las asociaciones de vecinos ni de consumidores con el nervio suficiente para plantar cara. Así que era solo el pobre poder de la prensa, el llamado cuarto poder que entonces era muy incipiente.
A final de curso los profesores jóvenes a los que no prometieron continuidad y que realmente trabajamos a tope en aquel proyecto innovador de los colegios del Plan de Urgencia, hechos con el auspicio de la Unesco, fuimos pasaportados a otros destinos -a mi me echarfon a la provincia-, nos dieron un Voto de Gracias, que era la máxima distincion salvo la del Mérito Docente, y aquí paz y después gloria. Y alli siguieron apiladas docenas y docenas de cajas de botellines, que me imagino seguirían repartiéndose el curso siguiente. Aún no se había inventado lo de fecha de caducidad. Ya no seé si acabaron en los retretes o en el estómago de aquellos niños y niñas.

MariaJU dijo...

qué tiempo los del botellín! yo no era repartidora aún, pero si consumidora. Tb los daban de fresa y chocolate. Mucho antes del botellín repartían leche en polvo y hete aquí a todas las niñas (no sabía dnd andaban los niños) con unas bolsitas de tela, la mía era chulísima y me la hizo mi abuela, que contenían cucharita, vaso y paquetito de azúcar y colacao que servirían para el ritual de la leche en polvo q esta si q estaba buena hasta sin diluir en agua.

Lástima q te exilaran, Eladio, pero eran tiempos en q a poquito q produjeras un picor en alguien "con mano" te silenciaban sin dilación.

Eladio Osuna dijo...

Bueno, Lisístrata, gracias por atención, pero lo cierto es que me silenciaron a medias porque como ves sigo dando guerra y gozando de la atención de muy buena gente como tú