domingo, 25 de abril de 2010

Ricardo Anaya

Curiosa entrevista con este señor que simultaneaba su trabajo en la policía político-social con la elaboración de carteles Feria y Semana Santa que ganaron muchos años el concurso correspondiente

El cartel ha de ser un grito que admire
Entrevista con Ricardo Anaya


Ricardo es un pintor que sabe encontrar todos los matices a sus modelos y que, además, conoce la ciencia de plasmarlo en el lienzo. Por sus pinceles han pasado relevantes figuras. Sin necesidad de remontarnos a su cuadro sobre Manolete, que prácticamente ha dado la vuelta al mundo, ya que supo captar perfectamente el patetismo gran califa, recordamos ahora sus retratos del generalísimo Trujillo, de los gobernadores de Córdoba, Revueltas Prietos y Barquero, de la incomparable Carmen Amaya y otros muchos que nos serla imposible enumerar. La facilidad interpretativa de Ricardo Anaya le ha proporcionado una gran popularidad coma cartelista. Hasta la Feria Mundial de Nueva York han llegado sus producciones y muchas de sus obras son copiadas como reconocimiento a su gran impacto. Dentro de unos días va a salir un cartel suyo para anunciar la romería a la Virgen de Linares.

—¿Cómo es este cartel, Ricardo?
—Es una cosa sencilla que he tenido que realizar para complacer a mi buen amigo Tomás Zapatero pero esto no quiere decir que no haya puesto en ella como en todas mis obras la mayor ilusión —he tenido muy en cuenta además que la romería de Linares, a la que quiero mucho, es ya famosa en buena parte de Andalucía—. Me hubiera gustado hacer otra cosa más amplia, más ambiciosa pero el excesivo trabajo que tengo me lo ha impedido.

—Buena señal. ¿Qué acaba de terminar ahora Ricardo Anaya?
—Los retratos de la señora de don Ricardo Molina Gómez y los de sus dos hijas, aparte de este cartelito del que acabamos de hablar.

—¿Qué le entusiasma más, señor Anaya, el cartel o el retrato?
—Me entusiasma mucho más el retrato. Además lo considero con más contenido artístico que el cartel aunque este sea un género que aprecio mucho.

—Sus carteles, señor Anaya han proclamado las principales- fiestas de España. ¿Qué requisitos debe reunir un buen cartel?
—En primer lugar que tenga una composición buena y después que tenga cuidado el color para que sea un auténtico grito que atraiga la admiración del que lo contempla. Considero también esencial que rime con el costumbrismo de la fiesta que se va a anunciar. Cuando yo me presento en Salamanca, Avila o Murcia tengo la costumbre de ambientarme para el motivo que tenga el cartel, esté perfectamente adaptado a la pecularidad de la fiesta que anuncia. en caso contrario no puede haber esa necesaria armonía ya que yo hago una realización a capricho, puedo conseguir un buen cartel, pero nunca algo que sea la llamada y el acompañamiento de lo que se pretendeensalzar.

Hablemos del retrato. ¿Qué cualidades le exige?
—Primeramente el parecido y después la técnica. Cada uno tiene su estilo y en la concepción técnica debe existir libertad, no así en la semejanza de rasgos. Yo he logrado crear mi propia forma de hacer sin caer en la vanidad de pretender no parecerme a nadie pero sí he trabajado para conseguir satisfacer plenamente mi concepción de la forma en que hay que trasladar la imagen al lienzo.

—¿Cree importante el fondo en el retrato?
—Naturalmente. Es importantísimo.

—Entonces ¿Cree que solamente con el parecido físico y un buen fondo el retrato está completo?
—No, ni mucho menos. Hay que idealizar un poco la figura y sobre todo interpretar su personalidad plasmando hasta el límite de lo posible su espíritu en el trabajo.

—Los carteles le han dado fama, le han dado numerosísimos premios Sr. Anaya. ¿Hay algún cartel que no haya podido pintar?
—Sí, siempre tengo propósitos de agradar en el horizonte artístico, de «superarme y esto, lógicamente me hace ir en pos del cartel ideal, cosa que jamás podré alcanzar. Hay una serie de carteles que me rondan y que efectivamente me gustaría hacer.

—¿Y por qué no los hace?
—No siempre querer es poder, precisamente la concepción de un cartel es lo que más trabajo le cuesta al artista, dándose la paradoja de que brotan ideas para otros carteles mientras que la cabeza permanece dolorosamente vacía ante el que queremos hacer.

—¿Qué retratista; admira más Ricardo Anaya?
—Me gusta mucho nuestro paisano Rafael Serrano, y Ojeda, de Córdoba, también admiro mucho a Agustín Segura y a Álvarez de Sotomayor.

—¿Y en el cartel?
—En Córdoba hay varios estupendos como son los hermanos Ojeda, por ejemplo, Miguel del Moral, que también ha hecho algo de esto, en Sevilla, Álvarez Gómez y Mariscal. En líneas generales Andalucía es pródiga en cartelistas..
Buena prueba de ello lo constituye Ricardo Anaya a quien alguien ha definido como el cantor pictórico de Córdoba. Un hombre que ha sabido captar como nadie la dimensión exacta de nuestra tierra.

Publicado en la edición cordobesa de El Sol de España el 12 de abril de 1969

4 comentarios:

Paco Muñoz dijo...

Eladio, no sabía que este famoso del momento, era de la Brigada Político Social. Sin desmerecer sus retratos y cartelería, ¿no tendría su trabajo influencia en los jurados?

Eladio Osuna dijo...

La misma entrevista no deja de ser una concesión. Pero es indudable que sus carteles dominaron en una época. Sin embargo no creo que influyera decisiavemente.Las cosas eran más sutiles, y entre artistas es más dificil el control. Si he marcado su doble profesión es porque creo que hay que dar todos los matices. El amigo Paco Gálvez, cuando presentó su libro Los Soldados, cuya reseña está publicada en esta hemeroteca, bien que te puede informar del marcaje que le hizo el personaje y los días tan malitos que pasamos.

Anónimo dijo...

Este mediocre artista consiguió ocupar un lugar gracias a trabajos espurios como delator y chivato del régimen. Se sabe que fue el cebo para que detuvieran al -este sí- genial escultor cordobés Enrique Moreno apodado "el fenómeno" a quien pidió que lo acompañara abusando de su amistad para un pequeño trámite que a la postre lo llevó al paredón del cementerio de la Salud donde fue fusilado el 8 de septiembre de 1936...

Anónimo dijo...

Cada vez que se dejaba caer por Puente Genil,le pegaba una paliza a mí padre, para que fuera su chivato.
Mí padre condenado a la pena capital, conmutada por 30 años de prisión por defender la legalidad, sufrió torturas durante los años de cautiverio y ya sabía lo que le pasaría si acusaba a alguien, le dijo (como pintor será un figura pero como policía es usted un desastre) después se cenaron con mi padre, ojalá este señor se esté pudriendo en lo más hondo de los infiernos.