La entrevista con el Topo -véase en este mismo blog Topo de la Guerra Civil- produjo entre otros curiosos artículos como éste de Josefina Carabias
LOS
SECUESTRADOS EN
ANDALUCÍAEscribe JOSEFINA
CARABIASTal vez la noticia nos ha hecho más impresión por haberla conocido durante una de las mañanas más radiantes y perfumadas que se hayan visto, incluso en este rincón
paradisíaco. Algunos señores mayores con acento de por aquí, la comentaban en la playa mientras leían, a la sombra, el periódico local:
—¡Ya van lo menos tres casos!, y todos en
Andalucía,¿No le parece a usted curioso?
—Lo que me parece es mucho más triste que si hubiera ocurrido en otro sitio.
Andalucía la hizo Dios para vivirla en la calle, en verano y en invierno. Tomando el sol o tomando la sombra. Es lo que yo digo; las cosas no se disfrutan aquí a gusto nada más que durante el rato de la siesta...
-Hablaban del caso de don Francisco
García el "
autosecuestrado" de Córdoba, que acaba de presentarse a las autoridades tras haber pasado treinta y tres años oculto en su propia casa, sin más complicidad que la de una hermana y algunos otros miembros de su familia.
Hace varios meses, se tuvo noticia de un caso parecido. El del antiguo alcalde de
Mijas, un pintoresco pueblo serrano de esta comarca. Aunque no está bien hacer
comparaciones entre unos sufrimientos humanos y otros,
permítaseme decir que el caso del cordobés me parece todavía más desgarrador que el del malagueño, hombre casado que soportó el encierro atendido por su mujer y sus hijos.
Con expresión inteligente, el pelo liso bien estirado hacia atrás —a la moda de entonces— dejando al descubierto una frente despejada. Las gafas de concha, que ningún hombre evitaba ponerse, en aquella época sí le hacían falta puesto que prestaban un aire más viril e intelectual, le caían bien a Francisco
García. En fin, por la foto de entonces publicada ahora se ve que era un muchacho de los que en 1936 tenía todo el éxito que quisiera con las chicas.
Pero a eso y a todo debió renunciar al esconderse. Le buscaban porque había sido concejal socialista, una "figura de delito" que en el mundo actual parecerá ridícula, pero que, en los primeros momentos de una conmoción como aquella, parecía enorme.
Hoy, cuando, por fortuna, están ya olvidadas cosas mucho más graves, es fácil caer en la cuenta de que el pobre secuestrado no debió de ser una pieza muy importante en la guerra.
Basta recordar que en Córdoba, la resistencia contra el Movimiento Nacional fue
prácticamente nula. Todo se resolvió en unas horas el primer día.
Francisco
García ha salido de su encierro con cincuenta y cinco años. No ha perdido su buen aspecto y, comparando la foto de ahora con la antigua, se le reconoce en el acto. Pero, todas las ilusiones de la juventud quedaron sepultadas en la carbonera donde pasó tantos actos los primeros años y en los pasillos del piso por donde deambulaba horas y horas, a partir del momento en que un médico —que la familia fue a buscar muy lejos a fin de no romper el secreto— le dijo que, para su salud, necesitaba dar paseos largos.
—Cuando ya llevaba veintisiete años encerrado, salí por primera ves a la calle —ha dicho don Francisco al periodista
Eladio Osuna de "Sol de España"— y noté que apenas sabia andar, a pesar de haber hecho ejercicio en casa. Luego, seguí saliendo, pero siempre temiendo que me reconociera alguien. Siempre de prisa y con miedo. ¡Qué
diferencia de ahora que puedo recorrer mi ciudad despacio, pararme donde quiera, sentirme libre...!
Lo malo es que don Francisco tiene úlcera de estómago —¿qué menos puede tener después de esa vida?— y ahora teme morirse, en vista de que no quiere desairar a los amigos y conocidos que constantemente le convidan a cerveza, mariscos, frituras y le alargan cigarrillos y hasta cigarros puros con sortija. Tan contento está que hasta se casaría de buena gana. Pero resulta que sus contemporáneas no le dicen gran cosa. Las que a, él le gustan son las jóvenes que,
dígase lo que se diga, no son tan distintas de como eran las últimas que él trató antes de encerrarse, un poco más cortas de falda, pero eso es todo. En 1936 ya usaban las chicas pantalones, melenas flotantes y
jerseys de colores alegres.
* * *
Hará cosa de nueve o diez años, el escritor y filósofo francés
Jean Paul Sartre, estrenó en París una obra de teatro titulada "Los
secuestrados de
Aliona", que hizo gran impresión.
Refería el caso de un oficial alemán, durante quince años encerrado en el castillo de su familia, por evitar las represalias de la posguerra.
Sartre hizo una especie de tragedia griega, en vista de que su
temperamento y el del protagonista alemán resultaban mucho más enrevesados que los de estos andaluces que han sabido soportar con paciencia y sencillez una situación mil veces más triste.
Téngase en cuenta, en primer lugar, que el clima de Prusia no es el de Córdoba ni el de Málaga. Así, un prusiano normal, es decir, sin las
complicaciones de los personajes de
Sartre, podía haber llevado una vida plácida metido en su castillo, echando leños en la chimenea y oyendo retumbar el huracán fuera. Pero, pasarse treinta y tres inviernos y treinta y tres primaveras encerrado en Córdoba, sin tomar el sol ni la brisa del
Guadalquivir, ni Sierra Morena, sin salir a oler los jazmines ni los azahares, ha sido mucho peor.
Sin embargo, aquí hay quien ya compadece menos a don Francisco
García: se han enterado de
que, desde hace ya algunos años tenía su televisión en casa, como cada hijo de vecino.
Publicado, entre otros, en El Ideal de Granada el 30 de agosto de 1969 En la foto, casa donde estuvo escondido. En el cartel de cine se lee el título de la pelicula. "Todos los hermanos eran agentes"