viernes, 5 de agosto de 2011

Sara Vivancos expone en Córdoba

Las hijas de Vivancos, Sara y Elena, vivieron en Córdoba una temporada. La primera que era pintora montó varias exposiciones y tuvo aquí un hijo y la segunda llegó a montar una sala de exposiciones en la calle Reyes Católicos. De educación parisina y liberal, su permanencia en aquella Córdoba de 1973, fue un revulsivo para nuestras conservadoras costumbres


Sara Vivancos expone sin mensaje


Quedó inaugurada en la Galería Studio 52 la exposición de Sara Vivancos, hija del gran pintor «naif» Miguel García Vivancos. Son 14 cuadros a poco más de un año vista de su última exposición en la Galería Céspedes. El acto de la inauguración congregó a una nutrida representación de la intelectualidad cordobesa, amigos y aficionados.


SU OBRA
Sara Vivancos ha celebrado exposiciones anteriores, además de la mencionada, en Perigueux (Francia) y Procida (Italia). Su trabajo está muy influenciado por el «pintor maldito», Francis Bacon, de quien es una ferviente admiradora. Por otra parte, la educación centroeuropea de Sara Vivancos y su peculiar valoración de las cosas dan un tono personal a su obra, que sorprende a nuestra mentalidad. Ella misma decía, hace poco, a Medina González, que «no entiendo eso del mensaje. Ya he oído muchas veces hablar de él; en realidad nunca puse atención a tal mensaje, porque yo pinto lo que se me antoja, y creo que va bien con mi estado de ánimo y mi pensamiento. Eso es todo».

La influencia «naif» que pudiera haberse derivado de su padre no queda reflejada en su obra, y conviene decir con García Rúa, que «nos hallamos ante una pintura sin prejuicios, crítica y valiente, porque se atreve a sacar todas las consecuencias de una crítica llevada al límite». Y queda reflejado este quehacer desde la anécdota de su catálogo, que tuvo reparos de censura, hasta su obra colorista, audaz y descarnada que descompone hombres, seres y situaciones en una dimensión grotesca cargada de una fuerte dosis crítica.

Sin olvidar que las coordenadas de su carga crítica no son traducibles a nuestras coordenadas históricas actuales, por lo que su obra resulta así revalorizada a nuestro juicio por traspasar límites geográficos o temporales y abordar así una temática humana y social no alineada, como es frecuente ahora, con situaciones concretas e incluso circunstanciales.

Esta autocrítica, eminentemente europea y eminentemente intelectualizada, nos ha sorprendido frente a concepciones localistas del arte o de la crítica de tertulia con libros de bolsillo de Alianza como único alimento. Si nuestros pintores tienen que madurar profundizando en la búsqueda de la superación tienen bastante que seguir en Sara Vivancos, no tanto en su arte como en su planteamiento existencial, en su valoración del hombre y la sociedad. En su «cómo» estar aquí, ahora, con proyección futura. Sin encasillar arte ni artistas.
E. O.


Publicado en la edición cordobesa de El Correo de Andalucía el 22 de noviermbre de 1973