lunes, 26 de agosto de 2013

De vuelta con los patios

En el 74 escribía una columna diaria, heredada de Antonio Uceda, que se llamaba Sin perder el compás. Entre que escribí muchas tonterías -esa servidumbre de la columna diaria y "diariamente"- y mi natural pudor que aún no he perdido, hace que aflore aquí pocas veces. Pero en esta ocasión, este tema de los patios me ha llamado la atención. No pocas críticas me gané por ella, sobre todo del sector oficial empeñado por entonces el el desarrollismo turístico a toda costa, que rianse ustedes del actual "todo vale"


SIN PERDER EL COMPÁS

TODOS LOS PATIOS




Tuve ocasión el verano anterior de acompañar a un estudioso de los patios en una especie de «safari» fotográfico por ellos, pero sorprendentemente lejos de los sitios «típicos».
Quedé bastante confuso, porque descubrí varias docenas de ellos, cuya existencia desconocía. Me imagino que igual les  ocurre a muchos ciudadanos.

Ahora ha sido convocado el tradicional concurso de patios, cuyos premios son indudablemente un estímulo positivo para su conservación.
Pero conviene no engañarse excesivamente con un planteamiento folklórico de un problema que es urbanístico, social y humano. En el «safari» de referencia, muchos patios fotografiados estaban abandonados y en peligro de ruina. Su propio abandono nos permitía entrar en las viviendas y sorprendernos de las condiciones que presentaban de habitabilidad.

Es difícil mantener un patio en torno al que giran unas familias a las que le faltan metros para moverse y un mínimo de servicios comunes imprescindibles. Estas familias, en la primera ocasión abandonan la «delicia», y se meten en unas viviendas «sociales» que, al menos, son más dignas.

Los patios caen así irremediablemente. Las nuevas construcciones —de nivel medio o bajo—, tienen un sentido del aprovechamiento del espacio lindante con la usura. La zona antigua ve sustituir de esta manera sus casas por unos edificios que, a la vuelta de unos años, revelan sus condiciones que poco superan a las de ahora.

Saldrán cantores del ágora que representan los patios. Saldrán los defensores de un urbanismo peculiar nuestro que no se puede perder. Saldrán cantando los poetas. Frente a todos ellos —teniendo todos aquéllos razón—, se opondrán los especuladores del suelo, las elementales necesidades de los vecinos, los nuevos criterios. Y el resultado final es la pérdida creciente de un elemento imprescindible en la ciudad y en la comunidad vecinal. Clima y carácter de la gente son factores que hay que considerar en la arquitectura por encima de los intereses meramente económicos.

Eladio OSUNA


Publicado en la edición cordobesa de El Correo de Andalucía el 24 de abril de 1974
Fotos propias de ese safari