martes, 11 de agosto de 2015

La Constitución en la Transición (I)

 Ahora que suenan tiempos de reforma constitucional, entrevistas como ésta y las que vienen creo aclaran el contexto de aquellos tiempos de la Transición y en reabajo que se realizó


SENADOR VILLAR ARREGUI
«La Constitución no es atea, sino que asume los valores cristianos»
El referéndum legitimará a la propia Monarquía»
No es el momento oportuno de disolver las Cortes»

 

MANUEL VILLAR ARREGUI, senador por Madrid y presidente de Izquierda Democrática, participó en el ciclo que sobre la Constitución ha organizado las Hermandades de Trabajo de Córdoba con la colaboración de la Obra Cultural del Monte de Piedad. El tema de su conferencia fue «El proceso constituyente». Al margen de ella realizamos al señor Villar Arregui diversas preguntas:

— ¿Cómo valora esta Constitución?
—Saliendo al paso de los que achacan a esta Constitución que es atea o que propicia el aborto, hay que decir en principio que es una Constitución que asume los valores cristianos A quien lo dude le sugiero que lea atentamente la «Pacem in terris» y la «Gaudium et Spes» y el texto constitucional. No es un azar la coincidencia entre los tres textos —me refiero a la parte dogmática—. Lo de que esta Constitución es atea porque no comienza invocando a Dios como la de 1812 es pararse en lo anecdótico.

-¿Cómo se concretan esos valores cristianos en la Constitución?
—Las opciones políticas no tienen porqué estar conectadas directamente con la fe, sino que desde una misma fe se pueden adoptar posiciones políticas completamente distintas. Si la Iglesia ha hecho alguna apuesta en estos últimos años ha sido la apuesta por el débil, por las libertades, por los derechos humanos, por la declaración de la dignidad de la persona, por el libre desarrollo dé a personalidad, por los emigrantes, por los marginados. Todos estos temas, de un modo o de otro están tratados con un espíritu profundamente humanista y personalista en el texto constitucional.

VALORES POSITIVOS

— ¿Otros valores positivos?
—En su artículo segundo la Constitución acierta a romper la dialéctica rupturista entre el centro y la periferia mediante el reconocí miento de que la nación española es un hecho previo al proceso constituyente. Es el pueblo español, la nación española en su indisoluble unidad, el que da origen y da legitimidad a ese proceso constituyente y después reconoce la autonomía de las nacionalidades y las regiones que la integran y la solidaridad entre ellas.

—En su conferencia usted ha resaltado el término « monarquía parlamentaria».
—Creo que es otro acierto de esta Constitución, porque es un concepto no avanzado y no cristalizado en otros textos constitucionales que tienen corona al frente del Estado pero que su experiencia ha ido acuñando hasta el punto que hoy hubiera sido desafortunado y extemporáneo usar el término de «monarquía constitucional», que de alguna manera alude a un pacto entre la corona y el pueblo, cuando nuestra Constitución proclama inequívocamente el principio de soberanía popular.

— ¿Qué implicaciones tendría esto?
-Del pueblo emanan todos los poderes del estado, y en esa totalidad está incluida la corona misma, que queda legitimada en virtud de esa soberanía popular y no en virtud de una especie de derecho divino que está totalmente ausente de los actuales legisladores y quiero pensar que también del espíritu del propio monarca.

DISOLUCION DE LAS CORTES

—¿Criticas?
—Evidentemente es lícito hacer crítica a la Constitución; yo mismo se las he hecho al haber presentado más de 150 enmiendas. En este sentido yo me inclino por pensar que el tratamiento del tema de las autonomías no es claro. Pienso de todas formas que la idea de que ciertos sectores están interesados en programar que las autonomías son un peligro para la unidad nacional, es falso. Pienso, por el contrario, que la salvación del Estado —sin mesías carismáticos— pasa por una profundización en la democracia. Entre los valores de la democracia está la participación de los ciudadanos en la cosa pública. Esto no ese logra convirtiendo al ciudadano sólo en elector periódico, sino que cuanto más se acerque el centro de decisiones al lugar donde d ciudadano vire y palpita, tanto más fácil es la toma de conciencia de ciudadano en los asuntos que le incumben.

— ¿Qué va a pasar con los señores senadores después de la aprobación de la Constitución?
—Creo que las actuales Cortes han cumplido una misión histórica de enorme importancia que es la de elaborar el texto constitucional. Normalmente le razonable sería la disolución de las Cortes tras su aprobación, sin embargo hay que tener en cuenta que no estamos en una situación de normalidad: el terrorismo que hiere y que mata y que, como toda acción, provoca una reacción, sitúa al país entero en un régimen de excepcionalidad que junto con la coyuntura económica adversa (los parados), creo que no aconseja una confrontación electoral en estos momentos. La decisión que se adopte deberá estar inspirada mucho más en razones de Estado que en razones de oportunidad de partido.
E. OSUNA 


Publicado en la edición cordobesa de El Correo de Andalucía el 28 de noviembre de 1978